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martes, 16 de febrero de 2010

TENJHO TENGE (1998)


Hace algunos años, en 1998 para ser correctos, llegó al PlayStation el que es considerado uno de los mejores juegos de pelea, un juego que hizo que muchos perdiéramos nuestros domingos enteros en las maquinitas, un videojuego basado en golpear con los puños en lugar de lanzar extrañas bolas de fuego voladoras; un juego llamado Tekken 3. Lo tenía todo: 23 personajes, más de 15 estilos de pelea, robots y un oso grizzli asesino, y todo ello con gloriosas gráficas en 3D. ¿Qué más se podía pedir de un juego de peleas? Tal vez que fuera gratis, pero sería demasiado. Con todo ese montonal de características a su favor, fácilmente generó una extensamente amplia cantidad de fans en todo el mundo; ya saben, de esos que comían, aspiraban, bebían, hacían tesis sobre y respondían todas las preguntas de sus exámenes con “Tekken 3”. Pero nadie se obsesionó tanto con este videojuego como un narcisista que responde al nombre de Oh! Great, autor del maravilloso manga conocido como Tenjo Tenge, entre otros varios crímenes contra la humanidad y los derechos humanos de los cuales es difícil hablar…
                Hasta antes de la salida del ya mencionado videojuego, el joven Oh! Great era como cualquier otra persona japonesa de su edad, es decir, irrelevante y casi completamente invisible para la sociedad. Durante su juventud, fue empleado de mostrador en una de esas tienditas japonesas encargadas de venderle a viejos rabo verde y jóvenes inadaptados, ropa interior femenina usada. Es en esta época cuando se hace alumno de la grandiosa técnica de dibujo conocida como “hágalo usted mismo y aprenda de sus errores”, técnica que practicaba en horas de trabajo cada vez que podía, mejorando exponencialmente su habilidad manual con el lápiz. Pronto, Oh! Great se unió a la no tan enorme horda de seres humanos que tienen la capacidad de ser “autosuficientes” en la categoría del porno; es decir, él mismo se dibujaba su propia pornografía, tal y como él la deseaba y/o necesitaba. Esta parte de su vida fue un chorreadero…de tinta, entre otras cosas…
                No pasó mucho tiempo antes de que sus pocos e inexpresivos amigos asiáticos notaran el asombroso talento que tenía Oh! Great con las manos y su maestría en las poses dinámicas más originales jamás concebidas. Por estas fechas deja su trabajo en la tienda de ropa interior usada, y empieza a ganar dinero de manera clandestina, al hacer dibujos eróticos originales bajo pedido, incluyendo los ahora famosos dibujos que le llegó a pedir Fidel Castro a través de un contacto en el Reino Unido. Casi sin darse cuenta, mientras más pedidos cumplía Oh! Great, los senos de las protagonistas de sus censurables perversiones iban creciendo exponencialmente, hasta llegar a ocupar el 50% del área de dibujo. En menos de un año, Oh! Great consiguió el dinero necesario para comprarse una envidiable consola PlayStation, la cual pagó con el dinero sucio de aquellas perturbadoras imágenes que hacían los placeres de un sinfín de hombres, y un no tan pequeño puñado de mujeres, alrededor del mundo. Es importante notar que este PlayStation traía incluido Tekken 3. Este fue el empezose del acabose.
La producción de dibujos eróticos de Oh! Great se detuvo por completo el día que adquirió este paquete. Y no sólo eso, el sueño y la comida se habían convertido en premios que este hombre se auto regalaba sólo si lograba jugar dos horas seguidas sin siquiera perder un round, cosa bastante complicada, aún para este muchacho. Oh! Great jugaba y jugaba, era lo único que hacía, y, siendo honestos, a nadie le importaba mucho. Es decir, ¿qué más les daba si producía material pornográfico sin límites o jugaba Tekken todo el tiempo? No es como si alguna vez hubiera aportado dinero a la familia. Como cualquier adicto a los videojuegos, no pasó mucho antes de que este individuo encontrara a sus personajes favoritos, a esa bola de polígonos acuadradados que no podía dejar de elegir pues, por alguna extraña razón, se sentía identificado con sus sprites. En su caso, fueron los personajes de Eddie Gordo y Paul Phoenix. Era un tiempo muy feliz para Oh! Great, pero toda esta felicidad estaba destinada a durar poco. El día del cambio llegó tres meses después de que conectara por primera vez su consola en la corriente eléctrica de la casa. Tras esos tres meses, el recibo de luz hizo su triunfal entrada en la residencia de nuestro videojugador compulsivo. Algo que nadie previó a tiempo fue el alto costo de electricidad que generan una TV y una consola encendidas por poco más de 2160 horas continuas. Es fácil imaginar que al padre del individuo en cuestión no le pareció una suma muy divertida, ni de ver ni de pagar. Algo tenía que hacerse…
De esta manera, Oh! Great, ayudado por la ira y los contactos de su padre, consiguió un contrato para crear y serializar semanalmente un manga en la revista Ultra Jump. Su padre escondió la consola en alguna parte de Japón, advirtiéndole que se la devolvería el día que pudiera pagar él mismo la electricidad que usaba; lástima que no le dijo a cuánto la vendió en Akihabara. El contrato del manga le daría el dinero suficiente para jugar aproximadamente ocho horas al día, sólo había un insignificante problema: Oh! Great debía hacer una historia, y francamente, esa es una de las tantas cosas que no sabe hacer. La situación estaba perdida. Él estaba consciente de que quizá las únicas cosas que sabía hacer era dibujar dibujos eróticos y jugar Tekken 3, y eso no lo llevaría muy lejos en la industria del manga --- bueno no, sólo no lo llevaría muy lejos en esa revista. Con sólo esos conocimientos y el dolor de que quizá jamás volviese a jugar con Eddie Gordo o Paul Phoenix, se sentía morir. Por suerte para él, había una especie de foco ahorrador de electricidad al final del camino; una luz muy débil que apenas y brillaba pero que ahí estaba.
La respuesta a sus problemas era una simple palabra en inglés: fanfiction. Sólo debía tomar el diseño de los personajes, quitarles todo indicio de personalidad, cambiar el contexto y los nombres, y agregar cientos y cientos de escenas de sexo innecesaria, senos cada tres paneles, y millón y medio de paneles dedicados a presentar, en primer plano, ropa interior femenina. Era un plan brillante pues así nadie se daría cuenta que no había historia. Todos lo aclamarían sólo porque ponía fanservice sin censura y utilizaba poses bastante dinámicas, nadie jamás podría notar que su manga no tenía ni siquiera un protagonista (a menos que contemos a los calzones como protagonistas y a los senos como personajes de reparto) y, al mismo tiempo, continuaría, al menos técnicamente, controlando las vidas de sus dos personajes favoritos en todo el mundo. Es aquí cuando el narcisista utiliza decenas de veces la palabra “genio” para describirse y comienza a armar la propuesta de su manga, con la esperanza de que fuera aceptado por el consejo editorial…

Así fue como Eddie Gordo se convirtió en un estereotípico individuo afroamericano-japonés con rastas llamado Bob (Marley), y Paul Phoenix utilizó menos gel de pelo para transformarse en Souchiro. Sólo que ahora, su misión era... ¿aparecer en casi todas las páginas? No sé, la verdad, no sé...
El resultado fue un volumen auto conclusivo, al menos, según el autor, de casi 200 páginas con la siguiente y artísticamente hermosa portada:






Les tengo un pequeño ejercicio. Con sólo este dibujo, intenten adivinar quién es el personaje principal del manga. Les daré una pista, es blanco y se encuentra entre las piernas de la chica…













Para desgracia del coeficiente intelectual humano, no sólo consiguió luz verde por parte del consejo editorial, sino que le extendieron el contrato hasta que le fuera imposible continuar dibujando; su fanfiction se convirtió en uno de los mangas más vendidos de la historia. Unas cifras sin precedentes para cualquier autor novel, y más sorprendentes si se toma en cuenta que la pobre gente que pagó por esta cosa, compró un fanfiction.
Han pasado ocho años desde que todo empezó, Tenjo Tenge continúa publicándose mensualmente y el coeficiente intelectual del mundo entero decae cada vez más con cada nuevo capítulo.
Tras esta brecha de tiempo, una editorial independiente de cómics mexicana, de muy poca monta y calidad todavía menor, le echa el ojo a esta serie de mangas y decide traducirlos y editarlos al español para poder amasar una fortuna. Haciendo uso del papel más corriente a la mano, los traductores menos cultos y el empaste más barato existente, imprimieron unas mil copias del primer volumen y lo embolsaron en unas disque bolsas de lo que parece ser papel cebolla corriente Con todo ese complicado proceso terminado, sólo faltaba ponerle un precio más que justo: sesenta pesos mexicanos. Sí lo sé, yo también esperaba una cosa gratuita o por veinte simbólicos pesos. Así es como llegué a conocerlo, después de que le pidiera a Don Camilo, mi voceador de cabecera desde hace dieciocho años, que me recomendara un buen manga para empezar bien en el mundo del cómic japonés, y me recomendara esta porquería a la que se le salen las hojas apenas tocas el empaste y que, cuando lo hojeé por primera vez, me mostró esta perla que me dijo todo lo que tenía que saber sobre este manga:


Aún así, terco yo, me obligué a terminar de leer esta cosa que le costó mi amistad a Don Camilo, mi voceador; que me costó sesenta malditos pesos. Es…es espantosa… Coincidentemente, encontré una imagen en esta cochinada que resume perfectamente mis pensamientos cuando llegué a la última hoja.
Creo que sí, una imagen dice más que mil palabras…

TENJHO TENGE (VOL. 1) © 1998, OH! GREAT
Title Card © 2010, Guillo Carregha  

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